La última ciudad                                                 6.-

    En minutos el torrente de agua comenzó a socavar las raíces del árbol que se inclinó lentamente hacia el río oscuro.
    Debía salir de allí.
    El árbol se inclinó aún más. Su única esperanza era subirse a él y saltar hacia el borde. Con indecisión pero siendo lo único que podía hacer, saltó y logró tomarse del borde de una pequeña barranca. El agua le llegaba a las rodillas y amenazaba con subir más. Buscó su cuchillo y con él, logró clavarse ene la tierra para llegar a lo alto.
     Lo había logrado. La creciente no llegaría hasta la barranca.
     Pensó en Yumbax y en qué suerte había corrido. Debía encontrar la manera de bordear ese río caudaloso que se había abierto en la selva y buscar al indio, era su compañero.
     Pero... ¿dónde? Cualquier sendero parecía correcto.
     Un relámpago iluminó la oscuridad y con sus siseos brillantes creyó ver algo entre el follaje. Eran piedras, pero piedras labradas, algunas parecían los cimientos de una habitación, más allá, las construcciones e ruinas se multiplicaban.
     La había encontrado, era sin duda la Última ciudad.
     La tormenta amainó casi dos horas después. Habían caminado hacia el norte, lo que significaba que ahora debía buscar el sur si quería ver el campamento y organizar grupos que buscaran al indio.
     Un lejano sonido, familiar, escuchó en la lejanía. La creciente había fabricado muchos claros en la selva con su arrolladora presencia. Fue fácil distinguir desde el helicóptero al australiano que hacía señas con su pañuelo rojo.
     - ¡Peter! ¡Gracias a Dios que estás bien! - dijo John - Estábamos preocupados. Cuando despertamos no te encontramos en el campamento.
     - Pero estoy bien gracias a Dios, debemos volver al campamento rápido. Yumbax me trajo hasta aquí y estoy preocupado por él, la creciente nos separó.
     - ¿Quién?
     - Yumbax, el indio, el padre de Pedrito, el niño que mordió la serpiente, no hay tiempo para darte todos los detalles pero me mostró una especie de templo a cuatro dioses mayas, es algo único.
     - Tienes que explicármelo mejor - dijo empujando con el índice sus anteojos.
     Volvieron al campamento, que casi había sido rozado por la creciente.
      Una sorpresa más lo esperaba: Pedrito ya no estaba, al igual que las pocas pertenencias de Yumbax, su padre. Salvador, el cocinero caribeño de la expedición los había visto a la distancia en las últimas horas de la tormenta, tomando el camino que va a la Antigua.

¿Por qué el indio había tomado semejante decisión? Mañana si Dios así lo quiere... continuará. 

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