La última ciudad 4.-
- Aquí es. Lo descubrí hace 15 años buscando un animal que se había escapado de mi granja.
El australiano estaba casi sin voz. En el suelo había un círculo gigante de piedra con imágenes labradas en él. En el centro, un hombre parecía emerger de dentro de la cabeza de una serpiente. había cuatro flechas grandes y luego más pequeñas en los contornos.
- Kukulclán... el dios civilizador - dijo en silencio.
Más allá había cuatro pequeños altares de piedra. El indio se arrodilló y comenzó a hablar en un lenguaje antiguo, luego puso pequeños trozos de algo marrón en un tazón y le prendió fuego debajo. Volvió a recitar algo semejante a una oración. Todo era ininteligible.
Si era lo que imaginaba, estaba orando a los dioses. Sacó de un saco una pequeña bolsa. De su interior extrajo algo parecido a una lente, solo que demasiada gruesa para ser común.
- Un cristal, para Kimich Aú - dijo colocándolo sobre el primer altar de la izquierda. Un haz de luz se coló por entre el follaje e iluminó el altar.
Se levantó y clavó su cuchillo en los peñones de tierra levantados entre los árboles. El indio colocó las palmas de las manos debajo de la hoja reluciente y pronto se llenaron de agua.
- Agua para Chac - dijo vertiendo el agua en el segundo altar de la derecha.
- Maíz para Yumbax y viento para Ik.
Un gran remolino de aire lo envolvió como despertado por el nombre del dios del viento pronunciado por el indio.
Un pequeño temblor comenzó a sacudir el claro. La piedra gigante comenzó a girar lentamente y luego se detuvo.
- La flecha señala un lugar, el lugar donde llegaron los guerreros.
- Todo esto... es... increíblemente hermoso... - dijo el arqueólogo.
El australiano intentó caminar hacia el lugar, pero el brazo del indio lo detuvo.
- Australiano, puede ser peligroso.
¿Qué sucederá ahora? ¿Podrá llegar al lugar que tanto había buscado? Mañana... si Dios así lo quiere... continuará...
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