Buenos días queridos lectores... le dejo para que lean éste relato... espero sea de su agrado.

    La única carrera                                                    1.-

 
    Septiembre es un mes que contagia todo con el aroma de sus flores, las plazas y paseos frecuentados por enamorados, el alma de los románticos que recuerdan viejas historias de amor y de adioses con nostalgia de claveles.
    Para el hombre no era así. Era el momento de decisiones de mano firma, de cerrar los ojos dejando al corazón cicatrizar otra herida más.
    Naranjales 454, su vieja casa relucía a pesar del olvido entre todas las otras casonas de la calle. Quizás era su aspecto señorial, o sus persianas venecianas siempre cerradas, el misterio suele hacer resaltar más una cosa entre otras, o el largo pasillo hasta el galpón del fondo con sus paredes cubiertas de hiedra. O quizás eran los recuerdos tan personales, las historias de amor que nunca llegaron a tocar su puerta con aldaba, lo que la hacían diferente ante sus ojos.
    No quiso entrar por la puerta, prefirió el portón del pasillo. La casa estaba vacía, los interiores prolijamente pintados y los pisos pulidos. Enfrentarse a habitaciones vacías solo le harían llenarlas con recuerdos y eso haría temblar su decisión.
    La casa estaba vendida ya. Tenía plazo de 5 días para desocupar lo que quedara y eso era el galpón del fondo, el refugio donde por años se había olvidado de las deudas de su corazón y de otros corazones y se había sumergido en su pasión: su auto de carreras año 23. También él había sido alcanzado por la marea de ése tiempo de decisiones.
    No podía ser de otra manera; Maria Fernanda, Fernandita, estaba enferma y él, su abuelo no podía quedarse con los brazos cruzados. Vender la casa donde su madre había pasado toda su adolescencia y él había intentado olvidar un amor en los brazos de su esposa, había sido una decisión difícil pero no tanto. La casa estaba vacía desde que su hija le había pedido que viviera con ellos para que no sintiera tanto la ausencia de la compañera. Él no era un hombre de guardar los recuerdos en ningún cajón oscuro. "Los recuerdos Fernandita, se llevan en el alma, de paso, uno puede llevarlos a donde quiera, porque viajan con uno".


Mañana, Dios mediante... continuará... 

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