Hola a todos.

Hoy me ganan los recuerdos otra vez, y entre el polvo que ya comienza a anidarse entre mis neuronas y recuerdos les traigo otra novela, ésta vez, de un grande, un bestseller. Alabado, criticado por muchos, pero difícilmente (perdón Stephen por el uso de los adverbios) igualado.

Me refiero, al señor… Kent Follet y su novela El hombre de San Petesburgo




Tengo una anécdota también y de las buenas…

Yo hacía las compras necesarias para mi casa en un barrio cercano al trabajo cuando noté que en una entrada, luego descubrí que era garage, reconfigurado como local, habían abierto un local de libros usados, los clásicos libros de viejo.

Entré, dejé mi bolso en un lugar y me puse a buscar entre las pilas de libros, algo que me convenciera. Allí encontré esta novela y ya que sabía del prestigio del autor me la llevé.

Así llegó a mi casa, en medio de las verduras para para mi madre y paquetes de fideos.

Ya en el trabajo, en unos ratos libres, le eché un par de ojeadas y me empezó a enganchar.

¿De qué va la historia?



Bueno. Que lo hice para que estéis advertidos. 

La historia es la de un hombre que ha sufrido mucho en la vida, por haberse cruzado con gente importante. Primero, este muchacho es anarquista y ser de tales preferencias políticas y modos de pensar en la Rusia Imperial de principios del siglo XX era algo riesgoso, que si la policía secreta te descubría te llevabas un automático pasaje a los campos de trabajos forzados de la gélida Siberia y una estadía por tiempo… indeterminado. Y luego al hacerse amante de una bella jovencita de padre ligado al poder, termina siendo torturado por la policía local y acaba en aquel… poco deseado destino turístico.

La vida parece que se ha terminado para este muchacho pero no… aprende a sobrevivir, matando…

El azar de la vida, llevan a Feliks, tal el nombre del anarquista, a Londres en los años previos al estallido de la Primera Guerra Mundial, la Gran Guerra como muchos la llamaron. Y no fue para menos, se llevó la vida de más de 10 millones de personas y cambió el mapa político de Europa sin hablar de otras consecuencias que volverían a explotar en las manos de los estadistas unos, 20 años más tarde y con más virulencia.

Allí, en esa ciudad, tan llena de contrastes y desigualdades sociales, retratada al detalle por Follet, planea junto a otros anarquistas, impedir el ingreso de Rusia a una posible guerra, que se está respirando en el aire, como aliados del lado británico.

Los anarquistas se oponen, porque la Madre Rusia ya tiene sus propios problemas, como una miseria que afecta a casi toda la población sin hablar del nivel de atraso en la industria y el mismo ejército que terminarán explotando con la Revolución Comunista años después.

Los anarquistas piensan que el ingreso a una guerra gigantesca significará una paga para el gobierno de los zares, de muchachos inválidos, ciegos, cojos y decenas o miles de muertos. El zar ha enviado a un príncipe como representante para firmar un tratado secreto y la misión de este hombre, curtido por el hambre, las privaciones y sobre todo la violencia sin límites, es matar al representante ruso e impedir la alianza.

Kent Follet nos muestra un Londres lleno de contrastes, donde también está naciendo el movimiento sufragista femenino, lo que caldea un poco más el ambiente. Y allí, se entrelazan el pasado de este anarquista, su pasado sentimental, con la misión que debe llevar a cabo o Rusia se embarcará en una guerra sin sentido, que según su punto de vista solo sirve a los intereses británicos.     

Muy buen narrada; se nota la complejidad psicológica de los personajes y lo que más me impresionó, fue que la acción termina en la última página. Si bien cuenta con en epílogo donde cierra las historias de muchos personajes que parecía que quedaban colgados, la acción termina y aparece la palabra FIN, lo que me pareció una auténtica proeza de parte del narrador.

El hombre de San Petesburgo está algo olvidada y quizás fue el brillo de otras obras maestras del mismo autor como Los pilares de la Tierra por ejemplo, lo que la han eclipsado. 




Para los amantes de un buen thriller, El Hombre de San Petesburgo es lo ideal para estas tardes grises, acompañados por un buen café o unos mates bien calentitos con tortas fritas.  

Leí más de este autor… pero eso… es otra historia. ¿Qué les pareció la publicación de esta semana? ¿Ya habían reconocido al autor por la fotografía del comienzo? ¿Nos vemos el jueves que viene lector incansable? Si Dios así lo quiere, de mi parte, por supuesto…




 









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