Una historia nocturna 4
Raúl volvió ésa noche a trabajar y los ruidos siguieron escuchándose. Se abrían y cerraban puertas, se escuchaban pasos y hasta había golpes en las mamparas que dividían algunos escritorios. Hasta que una noche cuando ya había pasado cerca de un mes Raúl, decidió que "esos incidentes" debían terminar. Había pasado muy mal día con su hijo menor que estaba enfermo de la garganta y no había podido dormir en su casa, ni siquiera una mínima hora de siesta. Necesitaba dormir porque se estaba cayendo de sueño y no le quedaba otra que dormir en el lugar menos adecuado: el trabajo.
Se improvisó una cama con dos sillas y su propia campera y se dispuso a dormir rogando que el Fantasma del banco, no se presentara. Pero lo hizo. Comenzaron los golpes en las mamparas y hasta cerraron una puerta muy fuerte.
Raúl se levantó y caminó hasta el pasillo central y ahí con ambas manos en las caderas se decidió a hablar con su inesperado compañero nocturno.
— Escuchame... amigo... no sé cuál es tu problema... pero yo necesito dormir... no pude dormir en mi casa y tengo que dormir ahora. Sé que no es lo correcto... pero no me queda otra. Mañana continuamos con éste juego ¿sí? Pero ahora... necesito dormir. ¿Escuchaste? Dormir.
Solo le respondió el silencio. Y los ruidos desaparecieron al menos por una noche. Luego volvieron a escucharse.
Raúl aún siente un escalofrío al contar sobre los golpes en las mamparas. Y se estremece al pensar que aquel "inesperado compañero nocturno" pudo haberle contestado...
Se improvisó una cama con dos sillas y su propia campera y se dispuso a dormir rogando que el Fantasma del banco, no se presentara. Pero lo hizo. Comenzaron los golpes en las mamparas y hasta cerraron una puerta muy fuerte.
Raúl se levantó y caminó hasta el pasillo central y ahí con ambas manos en las caderas se decidió a hablar con su inesperado compañero nocturno.
— Escuchame... amigo... no sé cuál es tu problema... pero yo necesito dormir... no pude dormir en mi casa y tengo que dormir ahora. Sé que no es lo correcto... pero no me queda otra. Mañana continuamos con éste juego ¿sí? Pero ahora... necesito dormir. ¿Escuchaste? Dormir.
Solo le respondió el silencio. Y los ruidos desaparecieron al menos por una noche. Luego volvieron a escucharse.
Raúl aún siente un escalofrío al contar sobre los golpes en las mamparas. Y se estremece al pensar que aquel "inesperado compañero nocturno" pudo haberle contestado...
FIN
Este relato es real. Lo escuché de boca de su protagonista. Si ésta historia les gustó... por favor... dejen sus comentarios, sus críticas o sus recomendaciones. Nos vemos si Dios así lo quiere en la próxima... queridos lectores.
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