Queridos lectores de mi blog! Aquí les traigo otra historia para que disfruten! Espero sinceramente que les guste...

Una historia nocturna...



     Algunas personas son demasiado sensibles al contacto con el mundo espiritual. Tal vez son aquellas historias que los marcaron desde su adolescencia o solo sean, cosas inexplicables del destino.
     Raúl era un hombre común, que de un día para el otro se vio con un cheque en las manos, fuera de la fábrica a la cual le había dado 15 años de su vida. Y es que cuando las tormentas son económicas y acosan a países o regiones enteras, las personas, los individuos que tienen familias enteras a sus espaldas son como aquellas palmeras que el viento huracanado azota hasta tocar el suelo o incluso arrancar.
     Una terrible baja en un indicador macroeconómico había obligado a las automotrices a congelar la producción y eso había sellado la suerte de decenas de trabajadores.
     El cheque de interesante suma de dinero era una especie de salvavidas que duraría unos 4 meses si lograba rebajar el consumo de sus 3 hijos, su esposa y él, sin hablar de las viejas deudas que se habían acumulado en el almacén y con los impuestos.
     Pero a veces cuando se necesita tranquilidad para enfrentarse a una tormenta...
     Volvió una tarde a su casa, luego de una intensa y desesperada búsqueda de trabajo por todos los avisos clasificados del diario y se encontró con su hermano menor y su esposa de visita.
      - Hola Raúl.
      - Hola Eduardo ¡Qué sorpresa por acá!. Hola Gabriela.
      - ¿Cómo estás cuñado?
      -  Y... aquí... - dijo después de soltar un largo suspiro - Tratando de encontrar trabajo... pero no hay nada. O te quieren demasiado joven para exprimirte la cabeza, moldearla como necesita la empresa o con títulos universitarios que yo no tengo.
     - Ya vas a encontrar algo bueno...
     - Sí... el problema es que el dinero que me dieron por la indemnización se gasta... y se gasta...
     Su mujer y las visitas intercambiaron miradas.
      — ¿Qué pasa? — preguntó.
      — Nada.. es que... — intentó disculparse su esposa.
      Finalmente, fue su hermano el que rompió el silencio.
       — Bueno... yo también me quedé sin trabajo y quería ver si me podías ayudar... con unos pesos...
       — ¿Por qué no te voy a poder ayudar? Sos mi hermano ¿no?
       — ¿Vieron? — interrumpió su esposa — Yo les dije que Raúl no les iba a negar una mano.
      Las visitas se fueron con mejor cara y Raúl e sentó a hacer números a a hora en que todos dormían y descubrió que el dinero ya no alcanzaría para 4 meses sino para 2. Debía encontrar trabajo en forma urgente.
       A la mañana siguiente se levantó temprano, compró el diario y su vista recayó en un aviso: "Se necesita urgente guardia de seguridad nocturno. Se ofrece estabilidad laboral y contrato por un año, renovable. Se requiere... etc., etc.," Era su oportunidad.
      No desayunó. Tomó el transporte público que venía abarrotado de gente y llegó a la dirección. Había ya, una colsa de más de 20 personas para cubrir un solo puesto de trabajo. Comenzó la espera de las sucesivas entrevistas. Cuando faltaban 4 personas por atender salió una chica muy jóven vestida como una secretaria ejecutiva.
       — Los que están por el aviso se pueden ir. La empresa ya tomó una decisión.
      Otra vez, las puertas de la suerte se cerraban ante él y no, detrás de él. Estaba a punto de retirarse del lugar cuando llegó a reconocer a alguien que se había detenido a hablar con aquella chica jéven, la portadora de malas noticias.
      El hombre estaba muy bien vestido: saco y corbata y un maletín ejecutivo negro. Miró mejor y lo reconoció: era Alberto Fernández del Pino, un ex compañero del colegio secundario. Hablaban con aquella jovencita como si ella le estuviera dando cuenta de mensajes o de cosas por hacer. Tal vez si le hablaba... ¿pero cómo?
      "Siempre serás un tonto para aprovecharte de algo" le había dicho en más de una ocasión su esposa.
      El hombre se detuvo para consultar su reloj de oro. Era su oportunidad.
      — ¿Alberto?
      El hombre levantó la vista buscando la voz que lo había hablado y a su vez temiendo lo peor por la inseguridad que había en la ciudad y en el país en general.
      — ¿Raúl? ¿Raúl Barrionuevo? ¡Qué sorpresa! ¡Qué contás amigo!
      Se estrecharon las manos.
      — Y aquí ando... buscando trabajo.
      — Buscando trabajo... — repitió el hombre — Sí... yo anduve mucho tiempo así... buscando por aquí... buscando por allá. Pero yo ya era abogado así que fue mucho más fácil... — se quedó mirándolo — ¡Raúl! ¿Te acordás cuando comíamos pan criollo y Coca—cola en el negocio que estaba a un costado del colegio?
      — Sí, claro. ¡Cómo me voy a olvidar! Al "Gordo" Crespo...

¿Le servirá a Raúl el haberse animado a hablar con un viejo compañero del colegio secundario? Mañana Dios mediante... lo sabremos porque... continuará...
    





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