Guanumby







      El muchacho dejó el rancho y fue escoltado por los perros hasta el arroyo. Lo había impresionado esa seguridad de la anciana y ésa leyenda.
     ¿Sería verdad o solo habría perdido su tiempo? Tal vez la anciana solo quería una botella de caña y nada más. Pero... ¿Por qué tomarse tanto trabajo haciendo coincidir cada parte de la leyenda con su vida fracasada?
     Flores... "Llena tu casa de flores y pantas con flores".
     Le había ocultado a la anciana, que no podía pasar junto a un puesto de flores en la calle, sin compara aunque sea un clavel, o una rosa, aunque no hubiera nadie en su vida a quien regalárselo.
     ¿Cómo era posible señor Dios, que él fuera un... pájaro? ¿Qué fuera Guanumby?
     La casa estaba sola y parecía con la luz del atardecer, más grande que nunca.
     - ¿Qué puedo hacer? - se dijo.
     Ésa misma tarde, compró dos plantas de jazmines. En los días que siguieron una rosa roja, y otra blanca, plantines de pensamiento, portulacas, clavelinas, conejitos. Colgó macetas en el patio, en los aleros de la galería. Plantas en el balcón, en el pasillo, en el descanso de la escalera. Ya no podía comprar más, no había más lugar en la casa.
     "Al menos tendré una casa... florida" pensó sonriendo sentado en el patio.
     A dos golpes fuertes en la puerta, se unieron otros más insistentes, y otros más.
     - Ya va... ¡Ya va!
     - Señora... buenos días.
     - Señorita, quiero, quiero decirle que sé lo que está pasando.
     - ¿Perdón? No entiendo.
     - Las flores.
     - Las...
     - ¡Sí las flores! Lo he estado observando. Ha comprado flores todos los días y plantas con flores... quiere atrapar uno ¿verdad?
     - Espere no...
     - Confiese que quiere atrapar uno. No le basta tener a todos esos pequeñitos pájaros enjaulados, que quiere otro más, uno que la naturaleza hizo libre y que no vivirá en cautiverio ¿me escucha? Morirá.
      - Señora...
      - ¡Usted es un criminal!
      - ¡Señora!
      Se impuso un silencio áspero, pero necesario.
      - Señora...
      - Señorita.
      - Señorita, está bien, no tengo pájaros enjaulados.
      - Mentira.
      - Es verdad.
      - Mentira.
      - Pase y vea por si misma.
     

Mañana... si Dios así lo quiere... continuará...


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