Un recreo especial Éramos niños. Un año atrás, había sido el Mundial España 82 y la fiebre por el fútbol todavía parecía vivir dentro de nosotros. También había terminado la triste aventura militar de la Guerra de Malvinas, pero ésa es otra historia. Nosotros éramos niños y solo sabíamos de jugar. Habíamos salido tarde al recreo por una suma de cosas o de despropósitos de las maestras, y teníamos todo el patio para nosotros. Con varios calcetines viejos y otros trapos, hicimos una pelota decente y decidimos convertirlo en un campo de fútbol, de extremo a extremo con cuatro pequeños árboles haciendo de palos de los arcos imaginarios. Yo no era el mejor ni mucho menos. Pero en una época hermosa en que los niños no habían sucumbido al terrible bullyng, me aceptaron para sumar los 11 jugadores, aunque jugara mal. Ellos estaban trabados frente al arco de la izquierda y yo, más allá de la mitad de la cancha. Entonces, de algún pie, partió un pase enorme y yo l...