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Un recreo especial      Éramos niños. Un año atrás, había sido el Mundial España 82 y la fiebre por el fútbol todavía parecía vivir dentro de nosotros. También había terminado la triste aventura militar de la Guerra de Malvinas, pero ésa es otra historia. Nosotros éramos niños y solo sabíamos de jugar. Habíamos salido tarde al recreo por una suma de cosas o de despropósitos de las maestras, y teníamos todo el patio para nosotros. Con varios calcetines viejos y otros trapos, hicimos una pelota decente y decidimos convertirlo en un campo de fútbol, de extremo a extremo con cuatro pequeños árboles haciendo de palos de los arcos imaginarios.  Yo no era el mejor ni mucho menos. Pero en una época hermosa en que los niños no habían sucumbido al terrible bullyng, me aceptaron para sumar los 11 jugadores, aunque jugara mal. Ellos estaban trabados frente al arco de la izquierda y yo, más allá de la mitad de la cancha. Entonces, de algún pie, partió un pase enorme y yo lo tomé y comenzé a
MAR  Yo no conocía el mar. Nunca se lo dije a ella, pero quizás eso ya no importa. Ella se llamaba Marta y le gustaba hacer juegos de palabras con su nombre así que me dijo que la llamara Mar. Y fue eso... como un mar... llegó como una ola intempestiva que anuncia que la marea está subiendo... e intentó sepultarme con la espuma de sus frases divertidas y seductoras, como a esos pilotes de madera del muelle que desaparecen hasta la bajamar. Un día me convenció de viniéramos aquí, a éste lugar donde escribo los recuerdos de lo nuestro mientras las gaviotas me gritan incesantemente, como si quisieran que abandone el pasado a la deriva de la memoria o del tiempo para que lo arrastre con las corrientes profundas hacia las oscuridades abisales... Aquí en la playa nos besamos por primera vez, intentamos amarnos a la vista de turistas escandalizados y finalmente, aquí también me dejó un día confesándome que volvería con su esposo para darle otra oportunidad... Ahora conozco el mar... A esc
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      Hermano Viento        Siento tu caricia en mi rostro y pienso en las veces que te llevaste el humo y las cenizas de los desastres de los hombres. Hoy, limpiaste las pinceladas de gris del invierno para que mi madre pudiera seguir soñando con el sol desde su cama. También trajiste mil hojas secas a su patio para que dancen a tus órdenes quebrando el silencio. A veces creo que si tuviera fé como un grano de mostaza, abriría la ventana, aunque el frío me quiebre los huesos, y te llevarías su dolor. Un hombre santo decía "Hermano Sol, Hermana Luna". ¿Puedo yo, con todos mis pecados de hombre, llamarte Hermano Viento? * El hombre santo mencionado en el relato es San Francisco de Asís que llamaba de ese modo al Sol y a la Luna. 
           Hola a Todos queridos lectores y lectoras! Hoy a horas de poner a consideración un nuevo texto quisiera pedirles, preguntarles que les gustaría leer... ¿Leer algún relato sobre viajes? ¿Leer algún relato de ciencia ficción? ¿Otro relato romántico? Espero sus sugerencias o comentarios. Y... si Dios quiere... ¡Nos vemos! ¡hasta la próxima!
Una historia nocturna  4      Raúl volvió ésa noche a trabajar y los ruidos siguieron escuchándose. Se abrían y cerraban puertas, se escuchaban pasos y hasta había golpes en las mamparas que dividían algunos escritorios. Hasta que una noche cuando ya había pasado cerca de un mes Raúl, decidió que "esos incidentes" debían terminar. Había pasado muy mal día con su hijo menor que estaba enfermo de la garganta y no había podido dormir en su casa, ni siquiera una mínima hora de siesta. Necesitaba dormir porque se estaba cayendo de sueño y no le quedaba otra que dormir en el lugar menos adecuado: el trabajo.       Se improvisó una cama con dos sillas y su propia campera y se dispuso a dormir rogando que el Fantasma del banco, no se presentara. Pero lo hizo. Comenzaron los golpes en las mamparas y hasta cerraron una puerta muy fuerte.        Raúl se levantó y caminó hasta el pasillo central y ahí con ambas manos en las caderas se decidió a hablar con su inesperado compañero n
Un historia nocturna                              3      Al otro día no se desanimó. Continuó buscando pero no había nada en que pudiera encajar: pedían un conserje de hotel con amplia experiencia o un técnico en aires acondicionados más joven  que él por 10 años. Regresó al mediodía a su hogar.       — ¡Hola Papá! — lo saludó el hijo mayor.       — Hola Fernando. Traéme un vaso con agua bien fresco que estoy cansado — le dijo mientras se dejaba caer sobre la pequeña verja de entrada a su casa.       — Papá. Llamó un chica joven.       — ¿Ah sí? De seguro querían vendernos algo... espero que no hayan aceptado nada ¿verdad?      — No Papá. Dijo que era de la Consultora Sistémica y Asociados. Dice que te presentes en la empresa antes de las 18 para hacer los papeles del contrato de trabajo.       Casi saltó de alegría. Lo había logrado. Sus fuerzas habían vuelto de repente.  A las 17 horas se presentó en la empresa donde le informaron que en el Banco que estaba a solo unas 3 cua
Un historia nocturna            2        — ¿Te acordás del "Gordo" Crespo? ¡Qué personaje!       — Sí... dijo una vez que le gustaban las tapitas de los pancitos y todos les dejábamos las partes de arriba.       — Y no era zonzo. La parte de arriba estaba mejor cocida. Bueno... tengo que irme. Contáme.      — Y vine por el aviso y tomaron gente muy rápido.      — Sí... es que vino mucha gente... pero... esperá un segundo — se asomó al pasillo gritó un nombre — ¡Ana!       A los escasos minutos apareció la jovencita.       — Ana... por favor tomale los datos a éste hombre y ponelo primero en la pila de curriculums.       — Sí Doctor.       — Ah... y antes de las 12 por favor, llamá al banco para ver si necesitan a alguien para el puesto de guardia nocturno.       — Sí Doctor.       — Raúl... ¿cómo te va ser guardia de seguridad... nocturno?       — Bien. Es un trabajo como cualquier otro.       — No tanto... hay que estar atento toda la noche... dar rondas por aquí y por